miércoles, 29 de marzo de 2017

Infidelidad


No fue sino hasta pasados los cuarenta que alguien me explico que una infidelidad es una traición muy grave a la confianza, una deslealtad de las más grandes. La persona fue la que ahora es mi ex mujer, hasta ese momento yo había oído algo sobre el tema, así como de pasada, por ejemplo de niño cuando te preparan para la primera comunión oyes hablar del adulterio, y de lo sagrado que es el matrimonio y que es para toda la vida, pero el enfoque es más una traición a las leyes de Dios que a la confianza de la persona que has elegido para pasar tú vida con ella. Cuando te casas te lo dejan caer un poco como de pasada. A partir de ahí queda en el terreno de la ambigüedad, de la doble moral a la que tan acostumbrados estamos hoy en día: porque en la mayoría de los casos cuando nos encontramos en público todos criticamos las infidelidades cometidas por nuestros conocidos de las que nos llegamos a enterar, al mismo tiempo que aplaudimos en la intimidad o por lo menos aceptamos sin reproches las de nuestros amigos más cercanos. Incluso en la Francia de principios del siglo XIX en ciertos círculos de la burguesía se consideraba un valor positivo tener varios amantes.
También es muy habitual justificar las infidelidades, en especial las de los hombres con frases del tipo: “tendrá que buscar fuera lo que no encuentra en casa” incluso a veces seguidas de la palabra “pobre”. No me estoy justificando. Fui infiel a mi mujer y como consecuencia de eso nos divorciamos, aunque la relación estaba rota de antes, no tuve el valor de afrontarlo hasta que me sorprendió in fraganti. Fui un traidor desleal y un cobarde. No lo niego, ojalá no lo hubiera hecho, ojalá hubiera tenido el valor de afrontar que la relación estaba rota, pero no fue así.
Creo que es probable que si alguien me hubiera explicado el tremendo dolor que causas a la persona que amas o por lo menos amaste alguna vez, si alguien me hubiera, nos hubiera explicado a los hombres la traición terrible y la deslealtad ruin que es ser infiel, es posible que no lo hubiera sido, eso nunca lo sabremos.
No pretendo dar lecciones a nadie, las circunstancias personales son diferentes en cada caso, supongo que habrá situaciones en las que incluso se justifique una infidelidad, pero creo que serán la excepción que confirma la regla. Simplemente les cuento mi experiencia, sin pretender convertirla en categoría o ejemplo, solo es una historia en medio de todas las historias posibles.
La cuestión es que deberíamos empezar a hablar a nuestros hijos de la lealtad y la honradez, y explicarles que si la pareja que un día elegiste con el tiempo dejó de ser como era, o tu cambiaste, o que las cosas no resultaron como pensabas que iban a salir no es razón suficiente para la traición y la deslealtad, si la relación no funciona pues o se arregla o se deja pero no se traiciona.

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