martes, 6 de diciembre de 2016

Cuerpo de Mujer



Cuantos poemas, cuantas canciones, incluso novelas enteras se han escrito sobre el cuerpo de una mujer o de todas ellas al mismo tiempo. Infinitos…
Todos hemos estado dentro de un cuerpo de mujer y a la vista de los hechos ninguno queríamos salir, nos resistimos en muchos casos y en todos salimos llorando, enfurruñados, molestos; y tardamos un tiempo en olvidarnos de esta afrenta de haber sido expulsados del paraíso, a veces toda la vida. De manera que este espacio de tiempo que vivimos dentro del cuerpo de una mujer; calientitos, mientras ella lidia con el tiempo exterior; felices, mientras ella sufre todo tipo de incomodidades; arrullados por su voz, mientras ella mal duerme por su lucha diaria y su carga extra temporal; comemos de su comida, respiramos su aire y vivimos gracias a su sangre compartida con generosidad mientras ella acepta la transformación de su cuerpo que es nuestro hogar temporal. Cuando estemos fuera seguirá siendo igual…
Y aunque ninguno tenemos memoria de ese momento originario de nuestras vidas, con total seguridad, porque si la tuviéramos ya hubiéramos encontrado la forma de volver dentro, sin importarnos el sufrimiento que a ellas les pudiera causar, entonces, como volver es imposible los hombres, que a cambio de no poseer el don de la vida nos fue concedido el de la fuerza, a lo largo de la historia nos hemos pasado la vida intentando poseer ese templo.
Así hemos vivido (los hombres) adorando ese templo-hogar primigenio, ellas no, ellas saben que serán templo también, y eso las hace seres completos. Por tanto no tienen nada que buscar. Pero nosotros desgraciados seres parciales, las buscamos sin descanso. Por esto con frecuencia quedamos hipnotizados por un cuerpo de mujer. Templo donde reside el amor, la vida, el principio y el fin, no conozco la razón por la que ellas tienen la piel más suave que nosotros, tampoco sé porque su mirada es más profunda que la nuestra, ni porque su voz inspira sosiego, cuando la nuestra provoca conflicto.
Solo Dios sabe  en qué punto de la historia decidimos secuestrar ese cuerpo de mujer, en que momento decidimos poseerlo (llegados a este punto quiero preguntar porque Dios, en todas las religiones monoteístas es hombre en lugar de mujer, ¿alguien tiene la respuesta?), es evidente que a lo largo de los tiempos, a nosotros los hombres,  esto nos ha reportado enormes beneficios y comodidades, y cada vez que ellas, más fuertes, en la moral y en el tesón que nosotros, han intentado liberarse del yugo al que las hemos sometido, las hemos masacrado sin piedad, con violencia y alevosía. En las sociedades machistas, mayoritarias a través de los tiempos, los hombres hemos sometido a todas las mujeres que se pusieron a nuestro alcance, con excepción de nuestra madre, esto ocurre en la mayoría de los casos. Pero la verdad es que hemos conseguido someter los cuerpos de esas mujeres para que tuvieran tantos hijos como nosotros deseáramos y trabajaran hasta el desmayo cuidando de ellos y de nosotros, para que cargaran con nuestros hijos, limpiaran nuestros hogares, y satisficieran nuestras necesidades. Pero por suerte nunca conseguimos poseer su alma.
Lentamente, poco a poco, más despacio de lo que sería justo y necesario, ellas van conquistando su espacio, su libertad y sus cuerpos empiezan poco a poco a volver  ser de su propiedad. Por suerte poco a poco estamos aprendiendo (algunos hombres) a amar esos templos sin necesidad de poseerlos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario