El otro día asistí a un concierto de música clásica, o culta, o sinfónica, como la quieran llamar, que el nombre no es lo importante, lo que quiero contarles es que por primera vez, y no es que yo vaya a muchos de estos eventos, quizás un par de ellos o tres al año, pero sumando pues pueden ser alrededor de 100 en toda mi vida, nunca me había tocado que la orquesta fuera dirigida por una mujer. Este simple hecho convirtió ese concierto en algo excepcional. Para esta reflexión no es importante si era buena o normal, entre otras cosas porque yo no tengo los suficientes conocimientos sobre música como para evaluarlo, sino que me hizo pensar sobre lo poco que las mujeres han participado del arte con mayúsculas a través de la historia. Porque aunque han existido grandes artistas mujeres, son una minoría llamativa, por cada Frida Kahlo, podemos nombrar un montón de Rubens, Velázquez, Goya, Van Gogh, etcétera, por cada Simone de Beauvoir, podemos nombrar a muchos Hemingway, García Márquez, Saramágo, Dickens, Cervantes, Camus, etc, pues en la música es todavía más sangrante porque ante tantos, Beethoven, Mozart, Bach, Rodrigo, Strauss, Puccini, Haydn, Haendel y muchos más no existe ni una sola mujer compositora, que desgracia para los amantes de la música, incluso hubo una época en que se prefería mutilar a hombres amputándoles los genitales para que su voz se mantuviera femenina y delicada, ¡Pero que zoquetes somos!
Entonces pensé en cuantas sensaciones, emociones, cuantas
maravillas nos hemos perdido. La música no tiene un lado femenino, que pena,
que desperdicio, cuantas talentosas mujeres han sido apartadas del camino de la
creación en todo este tiempo. Y el siguiente pensamiento es: ¿Cómo puede ser
esto posible? ¿Qué hemos hecho mal para perdernos por lo menos de la mitad de
la creatividad de la nuestra especie?
De manera que empecé a pensar sobre el origen de este
desatino mayúsculo, y al final llegue al principio; Dios. Y es que de pronto me
di cuenta de que Dios es hombre, y su hijo también es hombre y el espíritu
santo supongo que también, porque si fuera mujer la llamaríamos la bruja
maravillosa o la divina inspiración o algo parecido. La primera mujer que
aparece en la corte celestial es María, con un papel bastante poco edificante
la verdad, porque dio a luz al hijo de Dios, nada más y nada menos que con el
espíritu santo, estando casada con José. Es decir su papel es instrumental y poco más. Perturbador.
Entonces entendí que no es de extrañar que durante
generaciones pensáramos que los hombres somos superiores a las mujeres, si Dios,
nuestro creador todopoderoso y omnipresente es hombre como su hijo y no aparece
ninguna mujer en su árbol genealógico por algo será. ¿Cómo sería el mundo si la hija de Dios, hubiera sido María o Rebeca o Sofía? Sin
duda sería diferente.
Sin tener en cuenta que Dios crea al hombre a su imagen y
semejanza por si quedaba alguna duda y que luego para rematar su obra,
como quien compra un florero, creó a la mujer (imagino a Dios mirando su obra
terminada y diciendo “¿Que se me olvidó, qué se me olvidó…? ¡Ah sí! La ayudante
de mí creación preferida).
Creo que Dios o los encargados de hablarnos de él, profetas, papas, sacerdotes han cometido
el terrible error de otorgarle al ser supremo un género, Dios nunca debió ser
hombre, ni mujer. Debió ser precisamente eso Di@s, ni hombre ni mujer. Y este
pequeño desliz, nos ha privado de la mitad de nuestra civilización posible,
¡Que desperdicio!

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